Emesa resucita el fantasma de Sidegasa

La coruñesa Elaborados Metálicos nació en 1958 y superó varias crisis a lo largo de su historia, pero ahora la plantilla teme por el futuro de la compañía, en manos de Isolux Corsán, tras encadenar varios ERE

El centro comercial Dolce Vita ocupa el solar que albergó durante 40 años la fábrica de Elaborados Metálicos (Emesa), una de las primeras de A Grela. En los años 70 y 80, la firma lideró la creación de una siderúrgica integral gallega, Sidegasa, un proyecto que no funcionó y que en menos de diez años dejó en la calle a más de 500 trabajadores. Con la llegada de Isolux Corsán en 1999, Emesa se trasladó a Coirós, donde vivió épocas de bonanza y también duros reveses. En los últimos años la plantilla se ha reducido en más de 200 trabajadores y encadena tres ERE temporales y uno de extinción, situación que evoca a los fantasmas del pasado

ANA BELICIA GIORGINI | A CORUÑA La industria ha ido perdiendo peso poco a poco en A Coruña . Sólo el 13% de las empresas de la comarca pertenecen a este sector. El cinturón industrial de A Grela se ha estrechado década a década, y antes de la actual crisis, hasta convertirse cada vez más en un área comercial. Prueba de ello es Dolce Vita, asentado en el antiguo solar de Elaborados Metálicos S A (Emesa), una de las primeras empresas que se instaló en el polígono coruñés -se fundó en el año 1958- y que llegó a emplear a más de 1.000 trabajadores. La fábrica tenía diversas secciones de tratamiento siderúrgico y, gracias a su maquinaria puntera y a su amplia y cualificada plantilla, pronto se convirtió en una compañía líder tanto dentro como fuera de Galicia. En la actualidad -después de trasladarse a Coirós de la mano de Isolux Corsán-, de la Belle Époque de Emesa quedan las importantes e imponentes estructuras y edificaciones que construyó a lo largo de todo el mundo y un grupo de trabajadores cada vez más reducido que lucha por recuperar el prestigio de una compañía emblemática.

En los últimos tres años, la empresa ha reducido su plantilla de casi 400 empleados a 163 y desde 2009 encadena tres Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) temporales y uno de extinción. La Xunta acaba de autorizar a la empresa a negociar una cuarta regulación laboral tan sólo unos días después de que el grupo industrial haya comunicado el despido a otros 14 empleados en medio de las protestas de los trabajadores, que llevan tres años advirtiendo de la pérdida de puestos de trabajo que ya ven como paso previo a la venta o desmantelamiento de la planta. Los problemas que atraviesa Emesa han resucitado viejos fantasmas en A Coruña, entre ellos el de Sidegasa. La siderúrgica integral de Galicia creada en 1979 en Teixeiro y en la que Emesa tuvo un peso importante. El proyecto fracasó y, con menos de 10 años de vida, la fábrica cerró y dejó en la calle a más de 500 trabajadores. Desde agosto de 1987 hasta el 16 de abril de 1988 -el cierre oficial- los trabajadores protagonizaron sonoras protestas para evitar el desmantelamiento de las instalaciones, pero todo fue inútil.

Fernando Corral Naveira, Cholo, entró a trabajar a los 14 años en Emesa, en A Grela. Hoy, a sus 55 años, recuerda con indignación varias de las decisiones que han tomado empresarios y políticos a lo largo de estas décadas y que han minado el sector del acero en la comunidad. Pero también tira de orgullo y optimismo para aclarar que ya ha vivido varias crisis a lo largo de su vida y espera salir también de ésta.

"Todo lo que funciona en Galicia lo compran o se lo llevan. El Banco Pastor (en 1966 se hizo cargo de Emesa por su falta de liquidez) tuvo que deshacerse poco a poco de su cartera industrial y eso afectó a Emesa y a Sidegasa, que ya nació muerta. Se creó con muy poco capital y su venta a la catalana Celsa, con el beneplácito de la Xunta, no arregló nada. Con su cierre y los problemas que encadenó Emesa, la industria en A Coruña se vino abajo", explica el empleado de la oficina técnica y representante de UGT en el comité de empresa.

La compañía coruñesa superó con éxito la crisis energética de finales de los años 70, década en la que construyó el puente de Rande, y también el proceso de reconversión de la industria pesada en los 80, por el que se vio afectada Sidegasa. "En el 82 hubo una fuerte crisis y se produjeron muchos recortes. Lo pasamos muy mal, pero salimos adelante. A diferencia de lo que ocurre ahora, en aquel entonces el Banco Pastor movió ficha y nos concedieron el edificio de la Torre Picasso, de Madrid, que nos dio trabajo para dos años", rememora Cholo.

La última etapa de Emesa está marcada por la entrada del grupo Isolux Corsán, que compró la compañía en 1999, aunque operó de forma independiente hasta 2005. La multinacional obtuvo una subvención y trasladó a Coirós el departamento de construcciones metálicas, la única sección que se mantenía después de que en 1984 se formase Emesa Trefilería, en Sabón. Tras un periodo de bonanza, marcado en gran medida por la diversificación de actividad hacia el sector eólico -Emesa instaló el primer aerogenerador de Galicia, en un parque coruñés-, comenzó el calvario de la plantilla.

"El día 22 terminó el tercer ERE, y el cuarto, si se aprueba, comenzará en quince días y afectará a otros 93 empleados. No estamos dispuestos a aceptarlo porque la empresa no nos garantiza que no va a haber más despidos, como los 14 del otro día. Hasta ahora la Xunta se lo ha permitido aunque no presenten toda la documentación, por eso no sabemos cómo acabará esto", asegura el presidente del comité de empresa, Andrés Rodríguez (CIG). La dirección de Emesa ha declinado varias veces responder a las preguntas de este diario sobre este asunto.

"No nos creemos que el grupo Isolux, con su carga de trabajo en todo el mundo, no tenga nada para nosotros, pero no sabemos cuál es su estrategia. No creo que quieran cerrar la empresa, porque ya lo hubieran hecho hace tiempo, igual pretenden venderla o reducir la plantilla y esperar a que repunte el boom eólico", añade Rodríguez.

La terminal T-4 de Barajas, el Hotel Arts de Barcelona y emblemáticas obras del arquitecto Santiago Calatrava, como la estación de Lieja (Bélgica), la de Lisboa o la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia son algunas de las construcciones que ensalzaron a Emesa y la convirtieron en un referente mundial. Sin embargo, según denuncian los trabajadores, las subcontrataciones del grupo, movidas por una política de abaratamiento de costes, provocaron que el nombre de Emesa se viera empañado hace unos años por malas estructuras que no se habían fabricado en Coirós.

Tras acumular clientes a lo largo y ancho del mundo por su buen hacer en calderería, Isolux decidió apostar por la construcción de aerogeneradores -"un caramelo muy rico y con un sistema más sencillo", según Rodríguez- y aparcar la producción de estructuras metálicas. Ahora, con el sector eólico en stand by, dependen de Fomento, que tiene paralizados dos puentes que deberían proyectarse y construirse en Coirós. "Es difícil recuperar clientes después de salir del mercado. Necesitamos que se queden trabajadores cualificados, tranquilidad y continuidad en la dirección porque, aunque el futuro esté negro, volveremos a salir adelante", pronostica Cholo.

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